domingo, 28 de abril de 2013

92 alimentos chatarra


alimentos chatarra 

Como comida chatarra se denomina comúnmente a aquellos alimentos de bajo valor nutritivo,
que poseen altos contenidos de azúcares, harinas o grasa, tales como botanas, refrescos,
pastelillos, dulces o cereales.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, en “México se gastan alrededor de 240 mil millones de pesos al año en la compra de comida chatarra y sólo 10 mil millones en la compra de alimentos básicos” (Milenio, 14 de abril de 2010, p. 10). Se destina hasta 40 por ciento del gasto escolar en comida chatarra, ocho de cada diez niños la consumen, además de que el sedentarismo afecta a 85 por ciento de los niños de nivel primaria. El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, declaraba que los niños gastan al año 20 mil millones de pesos en golosinas, con el dinero que sus padres les dan para el recreo (Publimetro, 4 de febrero de 2011).

La ingesta de alimentos chatarra, aun cuando no es el único factor para la obesidad, se combina con el sedentarismo, los hábitos alimentarios adquiridos desde los primeros años de vida y la cultura que se ha conformado a lo largo de varias generaciones.

Del mismo modo, no sólo dentro de los planteles educativos ocurre el consumo de alimentos chatarra; la oferta se extiende a las tiendas y supermercados (donde se ubica el mayor porcentaje de venta) y en los sitios que se instalan a la salida de las escuelas o en las inmediaciones, que venden refrescos, botanas, dulces, paletas, chicharrones y helados.
La Secretaría de Salud, en su informe acerca de la obesidad, señala que ésta se ha convertido en un problema de salud pública de primer orden en México. Nuestro país ocupa el primero y segundo lugares a nivel mundial en obesidad y en obesidad infantil, respectivamente, y en los últimos siete años el sobrepeso aumentó 40 por ciento, al igual que la obesidad entre menores de cinco a 11 años. “En el país hay 4 millones y medio de niños, 42 millones de adultos y seis millones de adolescentes con sobrepeso y obesidad” (Milenio, 24 de marzo de 2010, p.29).

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